martes, 17 de agosto de 2010

¿Cuál es el trayecto? Por Jorge Valencia Santana

Una pregunta que tendrá diferentes respuestas, según sea quién la responda, o quién tenga el suficiente juicio de argüir.
No se trata de menospreciar los intereses de la sociedad actual, aunque he de confesar que están en mi punto de mira.
Algunos tendrán el valor necesario para tachar de misántropo este texto, otros eludirán su existencia interesándose por asuntos de menor índole, también los habrá incapaces de no superar la primera línea por la complejidad, según su alegato, encuadrándolo en un marco propio del castellano antiguo. Por ello, referente a lo último, debo proclamar mi burla hacia estos entes y mi oposición a redactar este discurso a un lenguaje acorde a su intelecto, ya que, se reduciría a balbuceos e incongruencias.
Sin embargo, debo mostrar resignación, ya que, la sociedad se ha encauzado en una corriente en la cual, llevar a cabo la operación de transvase es inviable.
Recuperando la dinámica de esta apología, quisiera centrar, por un momento, la atención en los medios de comunicación. En ellos se difunden las atrocidades que son captadas por determinados individuos (al igual que el cuerpo negro absorbe la energía electromagnética) que posteriormente, son nominados como estereotipos, provocando que su nicho evolucione conforme a una progresión geométrica. No es posible obviar esta situación, puesto que no es más ciego el que no ve, sino el que no quiere ver y la realidad nos proporciona una imagen banal, mas un elevado porcentaje prefiere vivir en su utopía personal o, mejor dicho, colectiva. El ejemplo de esta particularidad se comprueba diariamente en la televisión. Las cadenas televisivas fomentan e inducen a las mentes más débiles a seguir sus indicaciones y controlan, al igual que la religión, la forma de pensar de las personas reduciéndolas semanalmente a observar boquiabiertos las programaciones más repugnantes que se han visto jamás. Los programas educativos se han restringido de forma escalofriante. Evidentemente, produce más beneficio ver como dos animales se devoran a denuestos que mirar como dos animales se devoran para contribuir al ciclo de la vida, por poner un ejemplo. Asímismo, los primeros reciben una retribución económica que supera el rango de lectura de un número entero en programación, manifestando ulteriormente que es su trabajo, además con total convicción. Para más escarnio, los telespectadores respaldan este argumento. La respuesta que doy es la siguiente: ¿Estos edemas favorecen en algo al presente?, ¿por qué una profesión, tan honrada y que se refleja cotidianamente en las ciudades, como la de barrendero no es remunerada de igual forma?. Piensen en ello.
Luego, los periódicos publican noticias sin sentido, además de faltas de ortografía. Una mezcolanza perfecta para una indigestión a cualquier persona familiarizada con los parámetros expuestos por la Real Academia Española. La energía que emplean en imprenta podrían revertirla en pensar lo que realmente interesa. Da la sensación que las noticias que se emiten las ordenan adolescentes, cuyo lóbulo frontal no es capaz aún de cuestionar los actos que se planean cometer, siendo el que lleva la voz cantante el sistema límbico.
La degradación del lenguaje ha llegado a tal punto que se premia a los que no son capaces de diferenciar dos verbos totalmente distintos o distinguir un sustantivo de un verbo. Licenciados que comenten faltas de ortografía a destajo llegando a la cifra de muones que llegan a la Tierra por hora pero, tienen un expediente impecable. Lógicamente, su excusa se centrará en que no están en el mismo tren que los que dedican su vida a las letras. Por contraposición, estos últimos alegan que la matemática no es para ellos. Premisa con una cimentación propia de un castillo de naipes que se derrumba ante cualquier mención al conocimiento. Tanto el lenguaje como la matemática deben ir de la mano, siendo su unión un hecho inexorable.
Adentrándome en la incompetencia de ciertas áreas, no logro vislumbrar cómo pueden mantener su puesto de trabajo sujetos de la calaña anteriormente expuesta. Pasando por el sector médico, se ha dado el caso de doctores que no conocen el término trombofilia. Para hacer más tangible la aberración, sería como si un filólogo no supiese lo que es un diptongo o si un ingeniero no supiese lo que es un rodamiento. Sinceramente, no me gustaría ser el paciente. Claro está que todos incidentes, como llamarían los optimistas, se agravan con la prepotencia de los susodichos, obcecándose en su estupidez e ignorancia perpetua de la que no saldrán jamás si no cambian de actitud.
También es preciso mencionar a los que no leen porque es aburrido. Básicamente, su cerebro no está tan desarrollado como para llevar a cabo tal tarea.
Razón tenía el escritor irlandés George Bernand Shaw cuando dijo: "El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable intenta adaptar el mundo a sí mismo. Pero lamentablemente el progreso siempre depende de los irrazonables."
También el oncólogo brasileño, Drauzio Varella, contribuyó a la causa cuando en su discurso comentó: "En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven".
Si por un momento fuésemos capaces de retroceder en el tiempo, con el fin de recopilar la información necesaria y meditar sobre lo que acontece, veríamos que desde que el Adán científico comenzó a recorrer África, se ha ansiado la superación y premiado la misma con admiración y reconocimiento. Desde el descubrimiento del fuego, pasando por la adaptación del lenguaje y llegando al descubrimiento del átomo y, posteriormente las subpartículas que lo conforman, sin dejar de lado los avances en electromagnetismo, óptica, mecánica, medicina y un largo etcétera, el ser humano no ha cesado en hacer posible una convivencia más confortable al resto de los mortales.
Sin embargo, nosotros como síntoma de agradecimiento, reconocemos más el nombre de ciertos jugadores de fútbol que el de Alexander Fleming. Para reiterar más esta afirmación invito a los lectores a realizar una búsqueda en internet y obtendrán la veracidad de los hechos. Por cierto, Sir Fleming fue el que descubrió la penicilina (antibiótico) recibiendo así el Premio Nobel en 1945.
Permítanme señalar que mis pretensiones no van más allá de intentar que todos y cada uno de nosotros aporte su grano de arena. Los más privilegiados apoyarán en materia tecnológica y médica, proporcionando continuos avances y descubrimientos, otros procurarán que la justicia se haga oír como si de un Si bemol se tratase, y así hasta llegar a los que con buenas acciones cotidianas favorecerán a una mejor convivencia.
Por último, mis pensamientos que han dado forma a esta sintonía de palabras no es con el afán de humillar, sino de proporcionar las ideas suficientes para pensar por un momento de cuál es el rumbo que queremos que tome la sociedad.
Termino con la frase de un familiar de mi amigo y admirado compañero, Felipe Rodríguez: "Los políticos son el reflejo de la sociedad actual".